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  • Micelio Revista

Lo sublime andino: una conversación con el fotógrafo David Cossio

Actualizado: 23 mar 2023

Tú fotografía se especializa en el paisaje. Te has dedicado, en especial, a fotografiar la Cordillera de los Andes. ¿De dónde surgió tu interés por el paisajismo y la geografía?


Siempre hice fotos por placer, y me inspiran los viajes que hice cuando salía con mi familia, con mi mamá y mi hermana Nati. Nunca reflexioné mucho al respecto. Quiero demasiado el paisaje del desierto a las montañas. Tienes esa sensación de que estás viendo algo por primera vez, o explorando visualmente algo nuevo. Como explorador, eso es lo más emocionante para mí. Fui a Chile a conocer a un fotógrafo de paisajes, porque yo no pensaba que era posible vivir de la fotografía. Entonces, fuimos al Desierto de Atacama en Chile, y él me enseñó algo de su técnica. En Santiago, cuando vi la nieve de la Cordillera de los Andes, es gigante allá, eso fue todo para mí.


Fui al Cocuy con mi mamá y mi hermana, y me quedé loco. La dificultad que implica llegar allí hace la experiencia más valiosa. Tú sabes… la roca, la nieve… y en Santiago lo tenía al lado. Todo empezó muy amateur para mí, pero montaña a montaña comencé a ir por mi cuenta. Ahorré plata, fui a Argentina, conocí a otras personas que se interesaban por las montañas, y me capacité para no matarme. Poco a poco exploré los paisajes muy sublimes, inhóspitos, indómitos… salvajes, de la Patagonia. Lo que más me inspira y me mueve es ir a los lugares donde no ha estado nadie.

Ahorita insistías en que una de las cosas que más te gustaba de ir a la montaña era el esfuerzo que requiere, ¿de qué manera crees que el esfuerzo afecta tu encuentro con una naturaleza más concreta?


La montaña es todo un tema, la montaña también puede ser psicológica. Es una meta, una cumbre; es el punto al que quieres llegar, tienes que aguantar frío y caminar durante 15 días, cargar tu peso y el de tu equipo fotográfico, dormir sobre rocas. El proceso es espiritual para mí. Los lugares puros requieren esfuerzo para llegar. Entre más cuesta, más grande es el logro, y la foto.


¿Qué relación crees que hay entre el viaje y la naturaleza que se da en tu fotografía?


Mis líneas de exploración y los personajes que ves son personas que no son parte de este paisaje duro, donde la gente no habita. Tu no vas a vivir a 5000m de altura o en medio de un valle rodeado de, yo qué sé, glaciares. Somos visitantes, somos temporales. Vamos a otro planeta a explorar con lo que tenemos, las carpas, las chaquetas de montaña. Encontramos la belleza en esa dureza que es en sí interesante.


La fascinación que sientes también es histórica, se puede decir que hay correspondencias entre tu experiencia y las de Kant y Humboldt, que estaba fascinado por el Salto del Tequendama.


Cuando llegué a Santiago lo primero que hice fue ver la Cordillera, y dije guau, ¿qué hay allá arriba? Quiero estar allá arriba y saber qué hay. A Humboldt y a los otros de los que hablas lo que los mueve es la curiosidad.


“Vete allá a ver cuál es la vista del río aquí que más” entre más exploras más te das cuenta de las cosas interesantes que están escondidas. La montaña es espiritual, tienes que responder a los elementos, no se como explicarlo… la montaña es mi maestra, una maestra muy dura.


Los exploradores biólogos muchas veces le preguntan a los cazadores “venga, ¿dónde puedo encontrar este animal o planta?”. En su caso, ¿estos encuentros entre los habitantes de la zona y ustedes llegan a un límite en la medida en que se van adentrando más a la montaña?


Los arrieros nos ayudaron en la expedición, por ahí del 6 de abril. En la zona rocosa aparecen cada vez menos plantas y animales, pero ellos viven ahí donde tienen sus cabras y sus caballos, y uno de sus trabajos es llevar gente hasta donde los caballos pueden llegar. Luego uno está por su cuenta. De todas maneras, es muy interesante que ellos siguen viviendo allí de forma rústica. No tienen un equipo de montaña como el de nosotros, sino sacos para dormir hechos con cuero de caballo. Esa convivencia es a veces uno de los intereses de las personas en Chile.


Su perspectiva de la montaña es distinta de la mía. Es algo que intento capturar en mis fotos.


Algo que nos llama la atención en tus fotos es la ausencia de personas que parece enfatizar al paisaje como sujeto. No parece haber mucha fauna en tus fotografías.


Lo que más me gusta que se ve son los conductores de picadores, pero las cabras están ahí por los arrieros. Yo soy capricornio y me identifico mucho con ese animalito. Entonces también me gusta fotografiarlo. Es muy simbólico, no sé… lo relaciono con las personas; el rebaño, y la negra que quiere hacer cosas distintas. No he fotografiado mucha fauna, solo algunos encuentros. Lo que me dije el paisaje es que son distintas líneas, esa línea de documentación de personas caminando es más como estilo NatGeo, ¿sabes? Yo me inclino más por una línea en la que el paisaje revela un paisaje interno, como en Caspar David Friederich, él es uno de mis referentes máximos: él decía que uno pinta su corazón. Como en su pintura, yo mismo he estado frente a un mar de nubes, represento la contemplación, otras son puro paisaje, y últimamente me enfoco en las texturas, en las sensación y en la abstracción. Es algo que estoy explorando todavía.


¿Puedes contarnos un poco más sobre las texturas? En tus últimas fotografías cada vez aparecen más abstracciones que tienen que ver con mostrar unas naturalezas gigantescas que a veces escapan de nuestras posibilidades. ¿Cómo es tu relación con el concepto de lo sublime que he visto mencionado en alguna de tus exposiciones? Imagino que el dron abre muchas posibilidades.


Hago las fotos en el momento naturalmente, me salen del estómago como algo muy visceral. Luego en la parte de postproducción estás centrado. Lo que hago con lo que veo es distinto cuando estoy sentado en el escritorio y juego con las figuras de esas texturas.


No me gusta fotografiar mi cara, me gusta poner a la persona en medio de esa naturaleza salvaje donde no debería estar, pero desnudo. Siento que eso quiebra con la gloria, que está ahí, pero a la vez vulnerable al ambiente. No sé si has visto los desnudos en paredes de roca, en el hielo y la nieve, también hablan de esa conexión con la naturaleza: has estado ahí en ese lugar puro, la persona desnuda, que también representa la pureza… pero esa es otra línea distinta de mi trabajo. Se me complica un poco porque tengo muchas ideas, pero igual hay una línea que las une a todas.


Para conocer más de la obra de David visita su perfil de instagram @david_cossio.


David Cossio es un fotógrafo colombiano establecido en Chile. Su obra explora los paisajes sublimes de la cordillera de los Andes.







Entrevista por Nicolás Hernández Díaz y Valentina Prada.

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