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Encuentros bovinos: una entrevista con Santiago Lemus

Santiago Lemus es artista plástico de profesión, docente y estudiante de Maestría en Conservación y Uso de la Biodiversidad. Antes de estudiar artes, empezó a estdiar el pregrado en veterinaria de la Universidad Nacional de Colombia. Su interés en otros animales juega un papel crucial en su investigación y creación artística. Algunas de sus obras incluyen “Poema Rumiante I” (2021), y “Negociación y Pasturas” (2017) y “La bestia y el soberano” (2017). Desde el año 2020, trabaja en su obra “Territorio en Contención”, en la que colabora con las vacas que habitan en el campus de la UNAL.


¿Podrías contarnos sobre el lugar que ocupan las vacas en tu obra?

Trabajo con estas vacas desde el 2016. En clases de la universidad hacía muchas de mis obras acá en el hato. Al principio eran obras representativas/figurativas o fotografías desde afuera de la cerca. Me dedicaba a la observación pasiva. Durante mi tesis, comencé a trabajar sobre la rumia. Me interesaba este proceso porque pensaba que me diferenciaba de las vacas; pues tienen cuatro estómagos que les sirven para digerir la lignina (uno de los materiales de más difícil digestión). Al observar el hato, uno ve ese gesto repetitivo, una y otra vez. Así que traté de empezar a simular esa rumia a través de procesos humanos: recolectar pasto, dejarlo secar, triturarlo, trillarlo. Luego le agregaba celulosa para compactarla y darle una plasticidad parecida a la rumia o a la boñiga.


Esta era mi apuesta: entender la rumia desde la experimentación material y la escultura, no desde la razón.


Me interesa la posibilidad de crear vínculos con otros seres vivos a partir de la escultura. ¿Cómo puedo relacionarme con las vacas desde mi condición de humano? Por medio de un comportamiento que las caracteriza: el acicalamiento. Estoy elaborando objetos escultóricos, pero estos objetos son testigos de un sistema novedoso que estoy creando con ellas, a través del acicalamiento y la generación de bienestar.



El acicalamiento es una práctica común entre ellas para forzar sus vínculos jerárquicos, pero también se presenta en muchas especies de animales para quitarse ectoparásitos, para limpiarse y para sanarse. En esto consiste, a grandes rasgos, mi obra “Territorio en Contención”.


¿Cuál es el marco conceptual en el que ubicas “Territorio en Contención”?


Entiendo mi obra desde el marco conceptual que hace Silvia Riviera Cusicanqui para hablar del proceso de mestizaje en América. Ella utiliza la palabra Ch’ixi para referirse a un proceso de mestizaje que se ve gris a distancia, pero que de cerca está constituído por muchos puntos blancos y negros. Cuando habla de lo blanco y lo negro se refiere a lo colono, lo indígena y lo nativo. Dice que en el proceso de mestizaje no hay realmente una mezcla homogénea, sino que uno habita entre puntos blancos y negros que se ven grises a la distancia.


Así entiendo el sistema que estoy creando con las vacas. No estoy intentando ser o devenir una vaca, sino alcanzar una comprensión de su comunidad por medio de la escultura y la materia.


Todos los seres vivos transformamos la materia.




¿Qué gestos corporales dan cuenta de las relaciones jerárquicas entre vacas?


Varios autores (etólogos bovinos) han enunciado cómo el acicalamiento y el toqueteo son actos donde se expresa esa jerarquía. Por ejemplo, la obtención de materia orgánica más fresca. Tenían la misma reacción frente al pasto que frente a mis caricias: se chocaban y se empujaban entre sí para establecer dominancia. Empecé a darme cuenta de que ellas también se acicalan, y que generalmente lo hacen siguiendo una jerarquía: quién es acicalada está por encima o en el mismo rango que su compañera. La vaca en el nivel más alto es la primera en ser acicalada. Me interesa observar qué ocurre si yo cumplo el papel del detonante del acicalamiento (entendido como expresión jerárquica).


¿Puedes hablarnos un poco más sobre el proceso por medio del cual te infiltras en el hato?

Veo mi obra como un performance muy largo que partió de la observación. Ahora me infiltro en el hato, y negocio el territorio con ellas. Inicialmente me acerqué al hato por medio del pasto fresco, como moneda de cambio; lo quitaba y lo devolvía. Después de acicalar con peines, construí protesis. En este momento estoy elaborando trajes y membranas que acicalan. Me convertiré en un sujeto o un agente acicalador y acicalable. De esta manera, posibilito encuentros con otros tipos de sujeto, y eso me parece muy poderoso y potente. En este sentido, el devenir se vuelve un gesto o un acto, más que un ser en sí mismo.


Claro que no devengo vaca… si deviniera vaca me golpearían como golpean a otras de sus compañeras. Ellas saben que hay que usar una fuerza diferente conmigo.


¿Has tenido experiencias con otras vacas?


Las vacas de Nayibe en Chocontá son mucho más agresivas. Las soltaron en un potrero gigante donde el tesoro eran los maíces que quedaron de una plantación de maíz. En ese caso, el maíz es la moneda de cambio. Pero eran mucho más ariscas, así que el proceso implicó un mayor esfuerzo para tratar de ganar su confianza por medio de una vinculación ajena al contexto ganadero. Nayibe me dijo que yo quiero ser del rebaño, y ser del rebaño me gusta. Pero, nuevamente, el ganado de carne es súper difícil porque es un ganado mucho más bravo. Es distinto.


En cambio, estas vacas están en un oasis en Bogotá, en medio de un contexto muy urbano. Están acostumbradas a la presencia humana. Como objetos de estudio, la universidad se preocupa por su bienestar. Todas están marcadas, tienen nombre, y los estudiantes y los profesores se vinculan a ellas de diversas maneras.


Me reconocen como sujeto acicalador/acicalable, y empiezan a frotar su cabeza contra mi cuerpo de manera muy suave. Pero esto no pasa en todos los hatos.


Cuando no tenía una metodología clara, mi acercamiento generaba rechazo por el desconocimiento del gesto y la intención detrás de éste. Ahora, ellas saben que la intención de mi gesto es una vinculación por medio del tacto. No lo hago para ordeñarlas ni para estudiarlas.


Creaste trajes con escobas, ¿qué resultado ha tenido este traje?


No sé si ese traje vaya producir una materialidad nueva. Pero sí creo que va a aportar a la obtención de los fieltros. Por eso me gustaría insistir en que el primer capítulo (quizás el más antropomorfo de los cuatro) el uso que estoy haciendo del animal depende de las manos porque estoy sacando un material que es para mí.


Ahora [en el cuarto capítulo] quiero servirme de membranas para utilizar otras partes de mi cuerpo; descentralizar mis manos. Lo que me interesa en este capítulo es que no haya una obtención de materia animal, porque corresponde con una visión utilitarista de otros animales. Quiero despojarme de eso por medio de la membrana.


¿Cómo reconcilias tu relación cercana con las vacas, como Vainilla, y el conocimiento de que tienen un fin alimenticio?


Mi punto de partida es el conocimiento de que estas vacas tienen un fin alimenticio, sino iría a un santuario de animales. Como artista me gusta estar en un limbo ético o moral para la exploración. Por esta razón, fue importante el día en que decidí tomar leche de Vainilla.


Los animalistas suelen hacer énfasis en el momento de reencuentro entre vacas para demostrar la crueldad de la industria láctea. En uno de tus poemas, el yo poético afirma que después de meses de bramar por su becerro, la vaca Macadamia no lo reconoció. ¿Podrías contarnos un poco más sobre esto?


La veterinaria y la ganadería suelen separar a las madres de sus crías. Si se hace durante un número determinado de días, se garantiza que no haya una impronta o un reconocimiento más adelante. Hace ocho días Pandora estaba en las mismas: buscando a su becerro. Una vez estaba por fuera del rebaño, cerca de donde ponen a las crías. Estaba mugiendo sin parar porque había parido hace unos días.


Por cierto, esa es otra de las situaciones que me ponen en conflicto. Después de la separación, la búsqueda perece y no se reconocen. Este modelo desubjetiviza: una madre y una cría ya no se reconocen. Además, una de mis pulsiones más viscerales es trabajar con las hembras (aunque también he trabajado con el macho, Gastón).


Las hembras son madres, luego dejan de serlo, luego vuelven a serlo, etc. De tal manera que ser mamás se vuelve un trabajo para dar leche a los humanos. Me gusta generar un vínculo con ellas que no está mediado por la explotación de la industria alimenticia.

En La bestia y el soberano (2017) trabajas con material orgánico, y haces una escultura de un feto bovino. La obra es muy impactante, ¿qué reacciones ha suscitado?

Sí, de hecho eso fue un trabajo en la universidad y la profesora no quiso verlo. Ha sido uno de mis trabajos más controversiales porque la mitad lo odia y la otra mitad lo ama. Una veterinaria, que veía una clase de embriología, decidió darme los embriones. Me dijo que lo utilizara, y en ese momento no tenía la postura que tengo ahora con respecto al uso de la naturaleza. De todas maneras, decidí hacerlo tratando de cuidar la forma como me vinculo con lo animal (tal como he hecho en otros proyectos). Después de crear una imagen, enterré los fetos para no sentir que hacía un uso excesivo de ellos. Hice un uso en transición.


Creo que las personas desconocen el contexto de la creación del video, y por eso suelen decirme que no les parece ético hacer uso de lo muerto. Cuando recibí los embriones, ya la materia estaba en otro estado. Por esta razón, me interesa evidenciar la transformación de la materia orgánica e inorgánica. No se trata de inmortalizar una imagen, como en las esculturas en mármol, sino de hacer énfasis en la transformación de la materia.


“Territorio en Contención” culminará con la creación de unas prótesis bovinas para que los animales puedan acicalar a los humanos. ¿Podrías contarnos un poco más sobre este paso tan complejo?


Para mí también este es el paso más complejo. Todavía no tengo muy claro sí va a suceder o no. Pero estudio para la creación de estos artículos, y ya hay pistas: pequeños destellos de luz. Como generalmente usan su lengua y su cabeza para acicalarme, pienso en que las prótesis deben estar en su cabeza o en la lengua. Las prótesis estarían condicionadas a la anatomía bovina para tener agencia sobre mí. Pero creo que todavía falta para que empiecen a adquirir una forma que se adecue a lo que ha constituido para mí el acicalamiento. Por ahora, soy el único que se ha vinculado con las vacas de esta forma.


Confío en que algún día invitaré a otras personas a hacer parte del proceso, pero creo que aún hace falta tiempo.


Infinitas gracias a Santiago Lemus por sus imágenes, tiempo y disposición para conversar con nosotras.

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