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  • Laura Vargas Zuleta

Tiny Black Toe Beans

Actualizado: 12 abr 2023



Sau miró a Doby por entre las rendijas del huacal y se preguntó una vez más de dónde había salido el tornillo. En el hospital no le creyeron cuando explicó en el mejor inglés posible que no había ninguna posibilidad de que la gata se lo hubiera tragado en los tres meses que llevaba en su casa. Ninguna. Sau ni siquiera tenía tornillos tan pequeños y no había encontrado chapas, bisagras u algún otro objeto al que le hiciera falta uno. Imposible, cats don’t throw up screws just like that[1]. Pues Doby sí, pensó Sau. Lo único que hizo el enfermero al volver de hacerle los exámenes a Doby fue meterla rápidamente en el huacal sin acariciarla ni mirarla, a diferencia de cuando había venido por ella. Dijo que iba a estar bien y que si volvía a vomitar la trajera de nuevo. But you shouldn’t need to, just give us a call if something new happens[2]. De nada sirvió que Sau insistiera, nadie quiso o supo explicarle nada más. En la recepción se limitaron a entregarle un recibo por trescientos dólares, un folleto sobre Things You Should Keep Away From Your Animal Companion[3], y una sonrisa evasiva.


What happened to the little one?[4] El conductor del carro se mostró interesado por el misterio del tornillo cuando Sau le aseguró que Doby no podía haberlo encontrado en su casa. Le explicó que pasaba casi todo el día con Doby y que nunca la dejaba acercarse a nada que pudiera ser peligroso para ella, que toda la casa estaba llena de seguros a prueba de gatos, y todas las cosas que nadie había querido escuchar en el hospital. Sounds like she had it in her body all this time, then.[5] Exacto, pensó Sau, eso parece, y se puso a maldecir internamente al refugio del que la había sacado. Pero eso no tenía sentido y Sau lo sabía. Decidió que tenía que aceptarlo: probablemente Doby había encontrado un tornillo viejo debajo del radiador donde a veces iban a parar sus juguetes. Cats are just crazy animals, don’t blame yourself[6]. Una vez en la casa decidió aspirar, barrer y desinfectar cada rincón, así como mover la caja de herramientas a la parte más inalcanzable de su clóset, que cerró con llave. Afortunadamente, la gata no pareció darse cuenta de ninguno de los eventos extraños del día, y apenas Sau la liberó del huacal, se puso a tomar el sol en la ventana con su postura de siempre: de lado, con las almohadillas negras de sus patas negras contra el vidrio, al igual que la nariz.


En ningún momento de esa tarde o de los días que siguieron mostró signos de haber estado en el hospital o de haber vomitado un tornillo, pero Sau no se recuperó tan fácilmente. En las noches dormía mal y le parecía siempre escuchar un tin-tin caer o rodar por el suelo. Cuando se levantaba encontraba a Doby sobre la cama, dormida, o mirando por una ventana. Confundía el sonido metálico de los tubos de la calefacción con el ruido de las arcadas de Doby y cada noche antes de irse a dormir revisaba con la linterna de su celular todos los rincones en los que pudieran esconderse nuevos tornillos intrusos. Luego repasaba mentalmente los hechos mientras observaba el tornillo haciéndolo rodar y recorrer el interior de la bolsa en el que lo guardaba. Del refugio recordaba muy poco, pero tenía la impresión de que era muy limpio, los animales tenían cada uno su propio espacio, un pequeño apartamento de dos o tres pisos con una puerta de vidrio para que las personas pudieran verlos y ventanas por las que entraba el sol toda la mañana. Imposible que se les hubiera colado un tornillo. Sounds like she had it in her body all this time, then.


Sau decidió que tenía que revisar el cuerpo negro de Doby, palparlo, abrirle la boca, pero cada vez que lo intentaba la gata ponía un límite y le huía por el resto del día. Sau terminaba por rendirse y se repetía que Doby había vomitado un tornillo, tal vez el último de su especie en el apartamento y ahora estaba bien, tenía que dejarla tranquila. Eso parecían decirle dos canicas amarillas con negro desde debajo de la cama o desde la ventana cuando Sau se acercaba para iniciar el examen físico. Cats are just crazy animals. Doby ya no se le acercaba y sólo salía de sus escondites cuando el sol pegaba en la ventana y podía calentarse las patas y la nariz, como tanto le gustaba. Sau decidió parar y olvidarse del asunto. Ya habían pasado más de tres semanas y no se habían presentado nuevos episodios de vómito con o sin elementos extraños.


Le preocupaban otras cosas, pues Doby se veía aburrida y Sau sentía una culpa constante cuando estaba en el apartamento con ella. Los ojos amarillos le devolvían la mirada, a la espera. Así que fabricó una caña con un palo de escoba, hilo, un cascabel y una media rellena de catnip que Doby perseguía enloquecida, sin inmutarse por los golpes que se daba contra los muebles. Le impresionaba la velocidad de la gata y la flexibilidad de sus músculos. Cats are crazy creatures, amazing creatures[7]. A esa velocidad Doby se convertía en una máquina de uñas y dientes que obligaba a Sau a reemplazar o coser la media cada semana. Sólo le parecía curiosa la forma como los movimientos casi siempre fluidos se frenaban de repente, a veces incluso en medio de un salto o de un zarpazo. Igual que un video con mala señal de internet. Aparte de eso, la cacería era perfecta sin importar la altura de los saltos o la velocidad a la que la obligara a cambiar de rumbo. Cuando atrapaba la presa, se podía oír la tela de la media ceder entre los dientes de Doby, que luego se revolcaba hasta dejar negro el tapete o la cama en el corto éxtasis del catnip. Nada, nada indicaba que estuviera enferma.


Fue luego de una de esas sesiones que Sau notó el jadeo agudo, casi metálico, cuando Doby se subió al borde de la ventana y se puso almohadillas al sol. No encontró nada al respecto en askavetMD.com ni en theworriedcatparent.org, pero decidió tomar nota en un cuaderno. El jadeo se repitió varias veces esa semana, siempre después de una larga sesión con la caña, pero Doby seguía tomando agua, comiendo y usando su caja sin problemas. Unpredictable creatures. Cats are just crazy animals[8]. Sau anotaba en el cuaderno y luego lo olvidaba al ver a su gata recuperada y feliz después de una sesión en la ventana.


Una noche se despertó con el sonido de la calefacción y recordó el tornillo que tenía todavía en la bolsa en un cajón de su mesa de noche. Lo sacó y fue por el diario en el que había llevado el registro de los jadeos y, al releerlo, se dio cuenta de que todas las veces que Doby había jadeado había sido en horas de la mañana o justo después del medio día, nunca en la noche. También notó que no había una sola vez en la que Doby se hubiera ido a descansar a otros lugares de la casa: siempre se recuperaba del jadeo en la ventana, incluso antes de tomar agua para refrescarse. Cats are just crazy animals, nothing to worry about[9]. En internet encontró muchos gatos que tomaban el sol, pero ninguna descripción coincidía con la forma en la que lo hacía Doby. Just give us a call if something new happens. Sau se prometió llamar al hospital y pasó el resto de la noche haciendo una lista de lo que diría en el teléfono.


Thank you for calling again, I would suggest that you talk directly to your vet because we will only do more tests here[10]. Y Doby, con las almohadillas contra la ventana se veía bien, sin dolor. No, el pelo no se le había opacado, las encías no estaban más pálidas y tampoco había estado letárgica últimamente. I'm afraid that she will need more tests if you decide to bring her here[11]. Ningún gato pasa más de cuatro meses con tornillos en el estómago, es imposible. Cats are just crazy animals. O yo lo soy, pensaba Sau. If this continues, give us a call or come immediately, but as long as she eats, plays and uses her litter box, you shouldn’t have to[12]. Decidió olvidarlo, una vez más. Con la mano hizo mover la punta de la caña. Doby bajó corriendo de la ventana, los ojos ya completamente negros y las orejas hacia adelante, apuntando al cascabel.


A pesar de que jugaba con ella todos los días, Doby no se cansaba de la caña. Una tras otra, las medias que Sau encontraba abandonadas en la lavandería quedaban destrozadas hasta que ya no era posible remendarlas. Aunque había intentado mostrarle nuevos tipos de juguete, pelotas, madejas de lana, ratones, la caña era lo único que la motivaba lo suficiente como para dejar la ventana, que seguía siendo su lugar favorito a pesar de que el invierno se acercaba y de que había otros en los que se podía calentar mejor. Como a Sau, a Doby le interesaba la luz más que el calor, y cada rayo de sol la hacía ronronear más que cualquier caricia o dulce que le ofrecieran. Había días en los que Sau pensaba que Doby podía vivir de luz solar porque nunca pedía comida ni agua, sólo pedía que abriera la persiana, que dejara entrar luz para poder calentarse las almohadillas y la nariz. Por eso a Sau no le sorprendió que la gata se volviera cada vez menos activa a medida que comenzaba el invierno. No podía culparla, también sentía el peso de la falta de sol en el cuerpo.


Casi todas las mañanas se sentaba junto a Doby en la ventana con la esperanza de recibir un poco de luz sobre la piel, y la miraba pegar las almohadillas de las patas al vidrio. Ya no le preocupaba que la ventana quedara cubierta de huellas, las patas de Doby nunca dejaban marca. Sau sentía a veces ganas de tomar a Doby en brazos y estudiar las almohadillas que todos los días se recargaban al sol, pero la gata se negaba. Lovely yellow eyed panther up for adoption: this cute little kitty is waiting for her forever-home and a family that will give her love on her own terms (JUST DON’T TOUCH HER TINY BLACK TOE BEANS)[13]. Nada molestaba más a Doby que Sau o cualquier persona intentara cruzar ese límite. Al dormir doblaba las patas y las cubría con el resto del cuerpo, a menos que las tuviera contra el vidrio de la ventana. Cortarle las garras había sido siempre imposible por eso y Sau se preocupaba cada vez que tenía que remendar o botar una de las medias con las que hacía la caña. Se sentía irresponsable, pero tenía miedo de la reacción de Doby y seguía posponiendo el momento. Mientras tanto, medias, muebles e incluso el piso de madera sufrían los zarpazos de las garras que Doby había logrado conservar y afilar por más de cuatro meses.


Cuando Sau se dio cuenta de que los jadeos metálicos comenzaban a durar más que las sesiones de juego entendió que era su oportunidad de cumplir con el deber aplazado. En ese momento Doby pasaba ya la mayor parte del día dormida en la ventana y sus movimientos eran cada vez más pausados y menos fluidos. Lejos de preocuparse por eso, Sau se preparaba para agarrarla por sorpresa con el cortauñas sin estrenar. Cuando lo hizo, la gata intentó debatirse, pero estaba débil y lo único que le quedó por hacer fue maullar a todo pulmón mientras Sau le apretaba suavemente la pata derecha para sacar completamente la primera uña. Cats are mysterious creatures.


Con el cortauñas en la mano, Sau no podía creer lo que acababa de suceder y Doby había aprovechado su estupor para refugiarse en algún lugar del apartamento. El filo del cortaúñas parecía no ser muy bueno porque la uña no había cedido ante la presión, incluso había desportillado una de las cuchillas, por lo que ahora quedaba obsoleto. A Sau le dolía la muñeca por la fuerza infligida en la tarea. Era como si, al haber esperado cuatro meses, hubiera permitido que las uñas de la gata se hicieran tan fuertes como el acero. Sin saber muy bien por qué, Sau guardó el cortaúñas desportillado en la bolsa en la que aún guardaba el tornillo y se tumbó sobre la cama a esperar que se le pasara el dolor antes de dedicar el resto de su tarde a leer askavetMD.com o cualquier otro blog hasta encontrar una solución al tema de las garras.


Se despertó con el tin-tin de algo metálico que caía y corrió hasta la cocina. En un rincón, al lado del horno y del radiador, Sau encontró a Doby que estaba quieta y con los ojos amarillos fijos en un charco de vómito lleno de residuos de comida. Evidentemente había salido con fuerza, pues los gabinetes y la pared estaban salpicados. A medida que Sau se acercaba, la gata batía más y más la cola, pero no despegaba la mirada de líquido verde que acababa de expulsar por la boca.


Sau se puso de cuclillas junto a Doby y la acarició, pero la gata estaba fría e inmóvil y se podía percibir un cierto tin-tin metálico en su respiración. Cats are just mysterious animals. Don’t blame yourself. Con la satisfacción de quien lleva un buen tiempo esperando una tragedia que finalmente llega, Sau recogió sin asco un pequeño tornillo del charco verde y viscoso. Al juagarlo bajo el chorro de agua del lavaplatos, sonrió: era igual al que, sin darse cuenta, había sacado de la bolsa antes de ir a la cocina. Sounds like she had it in her body all this time, then.


[1] Los gatos no vomitan tornillos así como así.

[2] Pero no deberías tener que hacerlo, sólo llámanos si sucede algo más.

[3] Cosas que debes mantener lejos del alcance de tu animal de compañía

[4] ¿Qué le pasó a la pequeña?

[5] Parece que entonces lo tuvo dentro todo este tiempo.

[6] Los gatos son animales locos, no te culpes.

[7] Los gatos son criaturas locas, criaturas increíbles.

[8] Criaturas impredecibles. Los gatos son animales locos.

[9] Los gatos son simplemente animales locos, nada de qué preocuparse.

[10] Gracias por llamarnos de nuevo, te sugiero que hables directamente con tu veterinario


porque acá sólo haremos más exámenes.



[11] Me temo que si decides traerla va a necesitar más exámenes.

[12] Si esto persiste, llámanos, pero mientras esté comiendo, jugando y usando su caja de arena,


no deberías tener que hacerlo.

[13] Adorable panterita de ojos amarillos lista para ser adoptada: esta bella gatita espera encontrar un hogar definitivo y una familia que le dé amor en sus propios términos (SÓLO NO LE

TOQUEN LAS PEQUEÑAS ALMOHADILLAS DE LOS DEDOS).



Laura Vargas Zuleta es estudiante de doctorado en el departamento de Estudios Romances de Duke University. Es egresada del pregado en Literatura de los Andes y de la maestría en Estudios Hispanos de Boston College, donde obtuvo además un certificado en Estudios de Género y otro en manejo de violencia sexual en campus universitarios. Laura es vegana y comparte su vida con dos gatos hermosos, Curry y Calila.





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